Banditas de Salud Mental
Con la Dra. Jessika Talavera, psicóloga clínica, y el Dr. Mario González, psiquiatra, abrimos un espacio exclusivo para tu mente: un lugar donde la ciencia y la experiencia clínica se conectan con tu día a día.
Aquí hablamos sin rodeos de TDAH, ansiedad, destrezas sociales y desconexión digital, integrando la psiquiatría, la psicoterapia y la medicina mente-cuerpo en un estilo único: cercano, real y diseñado para los retos de hoy.
Cada episodio trae conversaciones claras, prácticas e inspiradoras para que cuides tu salud mental y construyas una mente más enfocada, calmada y auténtica. ✨🧠
Banditas de Salud Mental
¿Debo ser el pana de mis hijos? Límites, confianza y el rol de los padres
Bienvenidos a un nuevo episodio de “Un Papá Psiquiatra”. Hoy el doctor Mario González Torres, psiquiatra y papá de dos adolescentes, nos invita a reflexionar sobre una pregunta que muchos padres se hacen: ¿deberíamos ser los “panas” de nuestros hijos? A partir de su experiencia tanto profesional como personal, Mario nos explica por qué la amistad sin límites puede debilitar la autoridad parental y confundir los roles dentro de la familia. Con ejemplos cotidianos y consejos prácticos, nos ayudará a encontrar el balance entre la confianza y la estructura, recordándonos que lo que nuestros hijos más necesitan son límites claros, orientación y un adulto presente dispuesto a guiarlos, incluso cuando no estén de acuerdo. Si te interesa la crianza consciente y quieres fortalecer la relación con tus hijos sin perder tu rol de guía, este episodio es para ti. ¡Comencemos!
🎧 Banditas de Salud Mental
📍 Un espacio dedicado a compartir herramientas prácticas para mejorar la salud mental familiar.
🎙️ Con el Dr. Mario González
Psiquiatra y padre de dos adolescentes
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Bienvenidos a un papá psiquiatra, un espacio donde hablamos con honestidad sobre la realidad de la crianza, la adolescencia y salud mental. Soy el doctor Mario González Torres, psiquiatra de niños adolescentes y adultos, y también papá de 2 adolescentes. O sea, que de lo que hablo aquí no tan solo es porque lo he estudiado, sino porque lo estoy viviendo en el día a día. Aquí vas a encontrar herramientas prácticas, reflexiones reales y un poco de humor para acompañarte en esa gran travesía de ser mamá o papá, porque educar con conciencia no significa hacerlo perfecto, sino estar presente con intención. Así que vamos a comenzar.
En este episodio hablo de un tema que yo creo que es de gran interés para muchos padres y madres, y es basado en una pregunta que me han hecho múltiples ocasiones.
Una de las preguntas que más me hacen los padres, tanto en mi práctica clínica, en la consulta, como en el diario vivir, mis amigos y amigas me la han hecho también, y la pregunta es esta, ¿debo ser el pana de mis hijos? Y confieso que cuando me lo preguntan, lo primero que hago es contestar con otra pregunta, yo respondo, ¿a qué tipo de panas te refieres? Porque hay 2 tipos de panas que yo estoy completamente en desacuerdo, 1 es al que le ríe todas las gracias a tu hijo o hija, aunque estén cruzando la línea, y el otro es a este adulto que le cuenta todos sus problemas a sus hijos como si fueran sus terapeutas.
Imagínense que yo le esté contando a Diego y Valeria todo el día sobre los problemas que tengo en la oficina, los planes médicos, la parte financiera, económica, yo creo que ellos no les gustaría mucho eso, Y sí estoy de acuerdo de que a pesar de que debemos fomentar una relación de confianza, tiene que haber sus reglas y sus límites, por eso yo no me considero vana de mis hijos, y menos en esta etapa de la adolescencia que trae unos retos bien particulares. Esto no es porque no los ame con locura, sino porque sé que lo más que necesitan de mí en este momento no es mi complicidad, es estructura, guía, límites, y que yo esté presente para ellos en todo momento. Y entonces, bajo esta introducción, pues aquí mis argumentos, por qué no debemos ser su pana, y menos ese tipo de pana que no establece límites claros con los muchachos
Porque es que a veces los adultos confundimos la confianza con permisividad, y esto le puede hacer un daño bien grande a nuestros hijos o hijas. Podemos caer la trampa de pensar que si somos panas ellos nos contarán todo, que no va a ser así, por mejores que sean los muchachos, no nos van a contar todo, probablemente ustedes tampoco le contaron todo a sus padres o madres, y el reto es que ser pana puede tener costos importantes en la crianza y en el futuro de tus hijos o hijas, y aquí les explico algunas de mis preocupaciones, por ejemplo, los hijos necesitan padres y madres, no pares, no iguales, para eso está el corillo de la escuela.
Los niños y adolescentes necesitan estructura, dirección, y límites. Un mejor amigo ofrece solidaridad, un padre o madre, seguridad y contención. Ser pana puede debilitar tu autoridad. Si evitas el conflicto por miedo que te dejen de querer, la realidad que será bien difícil hacer valer tus reglas cuando realmente cuente. Y sí, a veces yo le permito a mis hijos cosas que quizás mi mamá no permitió en términos de de la interacción, de cosas que me dicen o me hacen, pero cuando ya se pasa la de la raya, yo les llamo la atención al momento. También, el ser panas puede hacer que se confundan los roles emocionales.
Si yo me paso contando mis problemas a mi hijo adolescente, esto realmente yo no creo que fortalezca la relación, lo carga emocionalmente con asuntos que no puede procesar, y en mi práctica he visto en muchas ocasiones a adolescentes que se siente responsable de su padre o su madre, y yo creo que eso no es justo. Primero, porque no se supone que sea así, se se supone que somos nosotros los adultos los que llenamos las necesidades de nuestros hijos e hijas, y también ellos carecen de la madurez y de la experiencia de vida para poder enfrentarse a eso.
Otra cosa que puede ocurrir cuando somos panas es que ¿le impide aprender a tolerar la frustración? Parte del desarrollo saludable es aprender a tolerar los límites. Si siempre le decimos que sí a los muchachos, si nunca hay una espera o nunca hay negociaciones, les robamos esa oportunidad para que aprendan estas destrezas que son muy valiosas en la vida y que van a ser necesarias para una adultez saludable, porque como yo le digo a los padres de mis pacientes en la oficina, mira, allá afuera nadie se va a ajustar necesariamente a sus necesidades, ellos tienen que aprender a manejar la vida porque es difícil, siempre lo ha sido y siempre lo será.
Algo esencial que yo creo que es muy importante, que tenemos que tener mucho cuidado cuando establecemos estas relaciones y que se puede ver afectado cuando no establecemos límites claros, es que como padres o madres podemos perder la influencia cuando más te necesitan. En la adolescencia pasan muchas cosas, muchos cambios, cambios físicos, psicológicos, la parte social, etcétera, y se comienzan a tomar decisiones importantes, como por ejemplo, amistades, relaciones, uso de tecnología, e incluso temas de riesgo, como exposición a drogas, alcohol, sexo. Si nuestra identidad es solo la de ser panas. Pues, mira, nos va a costar poner frenos cuando cuando nos toque, porque tarde o temprano, por mejores que sean nuestros muchachos o muchachas, nos vamos a enfrentar a algún tipo de reto.
Entonces, ¿cómo podemos llegar a ese balance entre fomentar una relación de confianza sin ceder nuestro poder? Que esto último es algo que yo también le digo a todos los padres de mis pacientitos, sobre todo si hay dificultades con conducta negativista o posicional desafiante, es que no podemos ceder nuestro poder. La jerarquía tiene que estar bien clara. Para mí, ser un buen padre o madre en la adolescencia es ser un consultor estable, un adulto confiable y un puerto seguro, es el lugar en donde nuestros hijos o hijas pueden recurrir cuando tienen cualquier preocupación o necesidad, ¿y qué nos puede ayudar a fomentar esa relación de confianza? Pues mira, debemos ser afectuosos con ello, yo con los míos, con Diego y Valeria me paso dándole besos, abrazos, diciéndole a los muchos que los amo bien pendiente a sus necesidades, pero hay una jerarquía. En casa, las reglas yo las establezco, y a pesar de que sean distintas a las de sus amigos o amigas, pues eso, pues, se tiene que hacer lo que yo diga, lo que yo diga en casa. A veces, pues sí, 1 cede ciertas cosas que que no son bien significativas, porque hay unas las cuales esos valores, esas esas reglas bien esenciales de cada hogar, pues yo creo que eso no es negociable. Hay otras cositas que sí, por ejemplo, si yo veo los zapatos en la sala, ya hay días que que no digo nada y me hago que no los veo y sigo hacia adelante, ¿no? Porque si no 1, a veces 1 se encuentra peleando y discutiendo con ellos todo el tiempo.
Otra cosa que me ha ayudado mucho con mis hijos es que, si ellos tienen algo que decirme, yo intento escucharlos sin juzgar, yo les digo a ellos, cuéntame, yo, pues, me comprometo con escucharte, puede que no me encante lo que lo que me digas y puede que esté en desacuerdo contigo, pero me comprometo con escucharte y después después guiarte, después darte mi opinión, y esa guía va a ser con firmeza, porque si es algo que yo no acepto, pues, es algo que yo no acepto. En adición, no debemos temer a decir que no, que decir que no, como van a aprender límites, ¿no? Sobre todo cuando sea necesario. Yo he visto situaciones a través de mis 14 años de carrera como psiquiatra, en donde hay muchos problemas en la adolescencia, adolescencia tardía, por mucha permisividad con los hijos o hijas, o sea que en muchas ocasiones hay que decir que no y no hay nada malo con eso. En ocasiones me han dicho que soy un papá malo, que no no los entiendo, Claro, pero ahí yo les yo les hago ver que la respuesta de ellos comienza después que yo les digo que no ante esta situación, ¿no?
Que yo se lo traigo a colación para que ellos lo analicen y les digo con firmeza que, pues, mi decisión es final y que no va a cambiar. Porque es importante no confundir su cariño con nuestra popularidad, porque es importante no confundir su cariño con nuestra popularidad, y en ocasiones ellos no van a querer saber de nosotros y no van a querer hablar con nosotros, pero yo creo que lo más importante es nosotros como padre o madre estar en paz, de que estamos haciendo lo mejor posible, que le estamos dando esos límites que son necesarios para que ellos se autorregulen cuando estén fuera de la casa, porque si no, después pueden tomar decisiones que no van a la par con lo que le estamos enseñando y con los valores de cada hogar, y pues se pueden imaginar los problemas que eso va a atraer.
Y la realidad que la crianza eso es algo que es completamente dinámico y, a pesar de que hay 1000 de libros de crianza, ninguno se ajusta exactamente a la realidad de cada familia y de cada personalidad, porque cada niño, niña, cada persona es único. En conclusión, mi opinión es que a nuestros hijos no les hace falta otro pana, les hace falta un adulto que los guíe, incluso cuando no les guste lo que el adulto tiene que decir, porque esa es nuestra misión, nosotros tenemos que ser la guía, nosotros somos el espejo donde ellos se miran.
Así que hasta aquí este episodio de un papá psiquiatra, gracias por escucharnos. Si este episodio te ayudó, compártelo con otros padres o cuidadores que lo necesiten, y no olvides seguirnos en tu plataforma favorita para que no te pierdas los próximos episodios. Puedes leer más sobre estos temas en nuestro blog y conocer nuestras herramientas para la vida en www punto banditas punto net. Nos escuchamos en el próximo episodio, y recuerda, no se trata de ser perfectos, sino presentes. Gracias por su sintonía y hasta la próxima. | 00:00:00.480 - 00:11:45.555
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